miércoles, 8 de septiembre de 2010

Si no me sueltas, grito.

En vista de los últimos acontecimientos ocurridos en el bello poblado paradisíaco, limpio, seguro, amigable, que se ha preocupado por mantener un crecimiento sustentable, donde se respeta la naturaleza y está libre de funcionarios corruptos; me dieron ganas de abandonar la dinámica que supuestamente iba tomar este blog y escribir sobre lo que me dé la gana. Primero quiero aclarar que el lector podrá suponer de del lugar sobre el que me refiero en las primeras lineas, sin embargo me apena decir que no, no estoy hablando de Poncitlán, puede tomar unos segundos para reponerse de su decepción.

Puerto Vallarta, ubicado en la costa occidental de la república, al norte del estado libre pensador y laico de Jalisco e inmediatamente al sur de Nayarit ¡A la chingada! ¿Qué es eso? para aclaraciones visitar http://ahquelaconeja.blogspot.com/2010/06/estamos-en-el-mapa.html Pues ahí, se han vivido algunos momentos complicados debido a complicadas situaciones que mi compa el Serge ya expuso tanto en este medio, cómo en su blog propio de él. Léanlo está bueno: http://elserge.blogspot.com/ Y cómo me da flojera repetir todo me remito a expresar mi humilde opinión del asunto.

Cuando yo vine al mundo, Vallarta no era la mitad de lo extenso que es ahora, ni en territorio ni en población, los cerros se podían verdes, limpios y libre de cualquier tipo de edificación, la mayor parte de su población se dedicaba al sector de servicios, la pesca y alguno que otro desubicado que ponía su negocio con buena o mala fortuna. Solía ser un lugar apacible, donde los chicos podían pasear, jugar y hasta mear en la calle, se podía cruzar la ciudad hasta altas horas de la madrugada sin tener ningún tipo de altercado violento; si había delincuencia, pero eran sólo hechos aislados, ni pensar de jugar con granadas o balacear carros a la mitad del día, o sea, se vivía tranquilo, cada quien en su pedo y sin pedos. Tampoco voy a decir que era la chingonería del mundo, tenía sus carencias, mismas que en lugar de arreglarse se han hecho más escandalosas conforme crece la mancha urbana, aún así, mucha gente decidió que era un buen lugar para probar suerte, buscarse chamba, poner negocios y así.

Esta me parece es la clave de los numerosos problemas que vive el ranchote en estos momentos, creció a lo puro pendejo; la gente llegó y retacó un rancho con una visible incapacidad en vialidades, casitas de infonavit y lo pior, empleo. Por lo cual el puerto se vió en la necesidad de crecer a un ritmo frenético, que dejó al descubierto la incapacidad de los gobernantes por controlar el excesivo crecimiento, tanto así que hasta vendían terrenos por debajo del agua, o mejor dicho en la pura playa. Vallarta tomó la tan gustada tradición mexicana de te invitó a mi casa, te voy a tratar muy bien, pero acomódate donde puedas; entonces la gente se subió al cerro, cortaron los manguitos, tan sabrosos con sal y limón, y hasta se hicieron sus casitas debajo de los puentes; sin embargo nunca se crearon vialiades nuevas, hasta la fecha solo hay dos formas de llegar al centro, ahí les platico cómo esta la cosa en las horas pico. Los espacios para el esparcimiento apenas aparecen, para pistear no hay problema, sobran lugares, pero teatros, galerias, parques para caminar y que tu perro se surre, espacios para conciertos, digo hasta la playa cierran.

Se llama Karma y ya se había tardado en atacar a los Vallartenses y sobre todo a sus autoridades que se cansan de vender a Vallarta cómo la ciudad más amigable del mundo, cuando no deja de ser un rancho con un chingo de gente. Al parecer los ríos decidieron que ya no cabe más gente y cerraron el paso. En cuanto a la seguridad, lo de las granadas no es el primer encuentro con la violencia y la delincuencia organizada; cabría recordar las balaceras a mitad del día o en el aeropuerto. El país entero se encuentra secuestrado por la violencia, no existe ninguna razón por la cual Vallarta se vería exento de tal situación. Bienvenidos a México.

Ulises Silva.

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